«Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo.»
Escribió Ortega y Gasset en 1914 en Meditaciones del Quijote…
¿Quién soy yo? ¿Soy el mismo yo si me quito la circunstancia? ¿Sería la misma persona si no hubiera nacido en mi familia o si me hubiera educado en otro entorno? ¿Sería la misma de no haber tenido las amistades y enemistades que he tenido? ¿Si me hubiera enamorado de otros hombres? ¿O si otros hombres se hubieran enamorado de mí? ¿Si hubiera tomado cualquiera otra de las decisiones que he tomado en mi vida?
¿Puede alguien ser sin su circunstancia?
Si buscas esta frase en google, aparecen mil sitios donde sesudos intentan llegar a conclusiones igual de sesudas sobre el significado de esta frase del filósofo y escritor. Yo, como soy mucho más simple, hago una lectura simple también.
Sin mi circunstancia no existe ningún yo. Yo y ella, ella y yo somos uno y trino. Ella y yo escribimos los renglones de nuestra vida a pachas: unas veces por obligación y otras por decisión (sea meditada hasta la extenuación o tomada al tuntún). Si no quieres a mi circunstancia no me quieres a mí. Yo no soy sin ella.
Por supuesto, si mi circunstancia te la pela, por supuesto te la pelo yo. Y si te la pelo yo, estoy muy mayor ya para andarme con chorradas y medias tintas. No hay dos yo, ni tres, ni veinticinco. Hace mucho que me quité todas las máscaras. Me descubro y si te parece que me hago vulnerable, quizá tengas razón… o quizá no… Quizá es una forma, como otra cualquiera, de decidir vivir: en armonía con mi yo y si no te gusta, básicamente, es tu problema y no el mío.
Un gran amigo me dijo una vez «It’s in adversity when you find out who are and who aren’t true friends»… él sabía mucho de esto y yo no tengo más que añadir.
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