Volverá a ocurrir

La democracia esta venciendo al fascismo, poco a poco, pero esta venciendo. Atravesamos una situación complicada en Euskadi, es innegable. También es innegable que el precio está siendo demasiado alto. Pero hoy la Justicia es mas eficaz contra ETA y su entorno; hay más colaboración internacional contra el terror; y las posiciones políticas que no se separan de la banda terrorista, tienen menos respaldo que nunca, incluso dentro de su propia base social.

No se puede negar el avance de posiciones en Euskadi de quienes creemos en la democracia, ni el retroceso de quienes apuestan por destruirla. ETA aún puede causar mucho dolor y romper familias, pero es imposible que consiga ninguno de los objetivos que dice defender, ni matando ni como premio por dejar de hacerlo. A tal punto, que existe la convicción de que ETA puede matar, pero “sólo” puede matar.

Así pues, cuando disfrutamos de la mejor posición que jamás hayamos tenido en la lucha contra el terrorismo y en la deslegitimación de quienes les amparan, es ciertamente incomprensible y reprochable la falta de una iniciativa compartida por todos los partidos políticos para dar una respuesta conjunta en los ayuntamientos gobernados por ANV en general, y en Arrasate-Mondragón en particular. Una respuesta que la sociedad vasca está demandando. Una respuesta imprescindible para que la política en Euskadi no pierda más crédito del que le queda.

Nadie está libre de culpa, pero no todos tenemos la misma culpa. Creo que los socialistas podremos contar a nuestros hijos, con mucho dolor pero con orgullo, que el asesinato de Carrasco (y de los de la interminable lista de la infamia) no le sirvieron de nada a ETA. Que sus familias, tanto la de sangre como la política, permanecimos aquí, en nuestra tierra. Que la democracia plena, de la que sin duda disfrutarán cuando se lo estemos contando, se consolidó gracias a los miles de voluntarios de la libertad que sacrificaron lo mejor de sus vidas – cuando no la misma vida – para cerrar el paso al fanatismo y garantizar que incluso los asesinos o quienes les amparan tengan leyes justas dentro de un Estado de Derecho.

Pero no nacimos para resistir y, desde luego, resistir tampoco es hoy nuestra razón de ser. El PSE-EE existe y existirá para mejorar la vida de la gente y para solucionar problemas. Y habrá que reconocer que en Arrasate-Mondragón hay un problema, porque se trata de un Ayuntamiento gobernado por cobardes y dirigido por una presunta delincuente que, para más inri, está en minoría (le apoyan 7 concejales de un total de 21).

No fueron válidas las razones que el PNV utilizó inicialmente para no apoyar la moción de censura en Arraste-Mondragón. Por eso rectificaron y creo que es justo reconocer su acierto. En cualquier caso, no valen las excusas empleadas por los dos partidos socios del PNV en el Gobierno Vasco para no propiciar que la moción de censura salga adelante.

Porque las esgrimidas por Eusko Alkartasuna y Ezker Batua no son razones, son sencillamente excusas que elevan lo accesorio a categoría moral y esquivan lo imprescindible.

Porque, ¿qué importa quién presentó primero la iniciativa para rechazar el atentado de Isaías? ¿Qué importa si hay o no un programa de gobierno pactado por todos los partidos democráticos antes de presentar la moción de censura? Sin restarles su importancia para la vida de los arrasaterarras, no estamos hablando ni de aceras, ni de parques, ni de tráfico. ¿Qué clase de “socialdemocracia” o de “izquierda verdadera” es aquella que prioriza los bienes materiales sobre la libertad del invidividuo? No, en este punto esto es lo accesorio.

En el caso de Arrasate-Mondragón hay que centrar el debate en lo imprescindible, en los valores democráticos, en el ejemplo a la ciudadanía, en pedagogía, en la dignidad de una sociedad, a fin de cuentas. Y a los ojos de la inmensa mayoría de la ciudadanía vasca, es incomprensible la equidistancia imposible que tratan de mantener EA y EB entre las víctimas de ETA y quienes les respaldan o entre quienes no tienen el valor de alzar la voz ante sus crímenes.

En toda democracia, en todo sistema colectivo de organización de la convivencia, hay una serie de líneas rojas que no se pueden atravesar. Son las líneas que separan la vida de la muerte, la democracia del totalitarismo, la dignidad de la indignidad. Hubo momentos en los que estas líneas rojas estaban muy difuminadas. Pero en 2008, en Euskadi, no sirven ni las medias tintas, ni las excusas.

Excusas conocidas, sí, pero que creíamos que pertenecían a un tiempo pasado en el que todos los asesinados “habrían hecho algo”. Excusas que mantienen el statu quo en un pueblo dominado por el silencio miedoso. Excusas que legitiman a quienes vulneran los derechos de la mayoría de la ciudadanía vasca. Excusas poco novedosas y que están en el origen del régimen totalitario que se ha impuesto en este y en otros pueblos guipuzcoanos, por la vía de los hechos.

No valen las excusas para vivir tranquilos. Tampoco sirven las dudas inventadas. Y si EA y EB las tienen de verdad, que piensen en la familia de Isaías. Que piensen por qué estas familias, estas personas, no entendemos su posición. Que piensen, si quieren volver a mirarnos a los ojos sin tener que bajar la cabeza. Que piensen en sus propias familias. Que lo piensen bien. Porque lo de Isaías puede volver a ocurrir.

(Artículo publicado ayer, 11 de mayo, en EL DIARIO VASCO).