Visto desde fuera todo se ve diferente.
Vives en un mundo, en tu mundo, miras fuera, pero no dejas de llevar una máscara que es tuya y que es difícil de quitar.
Un día, hablas con gente de fuera de ese mundo que te habla de tu mundo y te dice cosas que no es que no veas, quizá no las quieres ver, o quizá ellos también llevan otras máscaras que distorsionan las realidades de los demás. Lo que está claro es que todos tenemos visiones diferentes.
Hablas con gente —no precisamente desinformada— que te pregunta por la religiosidad de Europa y el aumento de población musulmana y su adaptación al medio. De lo que predican algunos imanes en las mezquitas, de los europeos (franceses, holandeses, daneses…) que se están yendo a cortar cabezas de infieles con el estado islámico.
Hablas con gente que te pregunta por la situación del Reino Unido dentro de la UE y por la propia situación de la UE, de si Grecia seguirá o no, si Alemania está hasta el moño o no, o si la UE se disolverá en un plazo de diez años, que es lo que se rumorea en otros lares.
Hablas con gente que te pregunta por la crisis económica. En su mundo no viven instalados en ella desde hace casi una década. Hablas del salario mínimo, de lo que cuesta un alquiler o un billete de avión con respecto a un sueldo medio. Flipas en colores.
Hablas con gente que te pregunta por el auge de los movimientos populistas y xenófobos de corte fascista en Europa (Hungría, Francia, Finlandia…) y por el auge de los movimientos populares en los países más periféricos. Ves un nuevo éxodo y asistes, atónito, a la nada absoluta por parte de las autoridades, ninguna de ellas hace nada.
Hablas con gente que te hace cuestionarte si tu realidad es la realidad. Porque, visto desde fuera, todo se ve diferente.
Contestas a las preguntas con la información de que dispones. Mucha, que para eso somos políglotas y leemos prensa (y otras cosas) en abundancia. Y también la que basas en tus propias experiencias, en tus viajes, en tus amigos que viven aquí y allá. Algunas de las respuestas son sencillas, estadística pura. Para otras, encojo los hombros y me hago, a mi vez, más preguntas. ¿Dónde vamos? ¿De verdad desde fuera nos ven así? ¿Somos así?
Hablas con gente que te dice que si lo piensas, la Europa de 2015 no difiere tanto de la Europa de 1935. Y asusta. Asusta mucho porque enlazas la conversación con tus propios conocimientos de historia, con lecturas, con otras conversaciones y atas cabos.
Sólo con no querer que la historia se repita no basta. Para que la historia no se repita hay que ser proactivos. Quizá ese alguien tiene razón en todo y Europa da miedo. Porque cuando uno ve las cosas desde fuera, se ven diferente.
La perspectiva externa, Amalio, es imprescindible y es la que nos hace crecer como personas (además). En este caso es un poco desasosegante, pero quizá es lo que toca, ¿no?
Me ha encantado tu post. Lo has hilvanado perfectamente y no te falta razon. Esa perspectiva externa siempre te hace pensar. Es imprescindible. Si no viene a ti, hay que buscarla. Yo intento sistematizar esa busqueda huyendo de la homofilia/endogamia, haciendo «migraciones creativas», porque apenas me descuido, me atrapa el pensamiento en piloto automatico, y eso es lo peor. Un abrazo
Yo me lo tomo con tranquilidad, pero no por ello deja de ser preocupante todo ^^
Vivimos en un mundo de «instant panic». Tómatelo con tranquilidad.