El pasado viernes le dieron el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades a Joaquín Salvador Lavado, más conocido como Quino. Fundamentalmente se lo dieron por su creación más internacionalmente famosa, Mafalda.
Quino hace décadas que no publica nada nuevo de Mafalda pero sí sigue dibujando y os recomiendo su obra encarecidamente.
Dicho lo cual, me resulta sorprendente, aunque no por ello menos gratificante, ver a todo el mundo (literalmente) deshacerse en elogios hacia Mafalda. Os preguntaréis por qué me resulta tan sorprendente…
Fácil:
a) O la mitad de los que elogian a Mafalda no han leído un libro de Mafalda en su vida
o
b) Si lo han leído, no han entendido nada.
Mafalda es muuucho más que una niña protestona y preguntona que odia la sopa y a la que le gustan los Beatles. Mafalda es una niña-adulta profundamente ideologizada (de izquierdas, añado). Es una gran crítica a la sociedad que la rodea (la latinoamericana de los años 60-70). Se cuestiona problemas vitales como la libertad -colectiva e individual-, la solidaridad, la sexualidad, el imperialismo, las guerras, la igualdad, la lucha de clases… Se pregunta para qué sirve la ONU…
Si nos fijamos en el resto de personajes, todos son una sátira de lo mejor y lo peor que hay en cualquier vecindario… y hay que verlos así. La grandeza de Quino radica en que, por lo que veo, cualquiera se puede sentir identificado con alguno de ellos o ver a alguien que conoce… pero no nos confundamos: Mafalda es una niña de clase media y progresista. Mucho.
Mis padres tenían los cómics en la que, supongo, sería primera edición en España. Eran 10 libritos, cada uno de un color y en la portada ponía «para adultos», lo que hizo que yo (que era una santa) no los tocara hasta que un día, debía tener unos 9 o 10 años, mi madre me animó a leerlos. De una primera lectura me quedé con la mitad. La segunda vez pillé algunos detalles más… Y los seguí leyendo y releyendo hasta que me los aprendí de memoria…
Cuarenta años después de su «muerte», Mafalda sigue enseñándonos vida… y a pensar…