Hace exactamente un año, diez meses y dos días que huí de Madrid con toda mi familia.
Soy madrileña. Me nacieron en Madrid, ciudad donde vivieron temporalmente mis padres de recién casados, donde vivían mis abuelos, tíos y demás familia materna.
Pasé toda mi infancia y juventud en Oviedo, ciudad maravillosa de provincias y volví a Madrid una vez terminada la carrera para hacer un postgrado. Allí me quedé durante doce años. Algunos buenos y otros terribles… no achacables a la ciudad en ningún caso.
Desde que en octubre de 1994 llegué con mi maleta y unas cajas hasta el día que me marché (con más maletas y un camión de mudanzas), la ciudad pegó un cambio absolutamente radical.
Madrid siempre ha sido una ciudad grande, con su punto caótico y su punto casposo, aunque también tiene la otra cara de la moneda: puro glamour. Es lo que tienen las megaurbes, que depende…
Pero vamos a hablar de lo que importa. De lo que le importa a una persona que acaba de formar una familia o que tiene pensado hacerlo.
La vivienda. Da igual lo que hayan sido capaces de ahorrar los padres. Eran otros tiempos. Tiempos en los que pagabas una hipoteca en diez o, a lo sumo, quince años, con un esfuerzo económico relativo. Los que, por motivos diversos no podían acceder a una compra, optaban por alquilar y los alquileres tenían precios razonables. Así fue siempre.
Así, había barrios pijos, barrios obreros, barrios de clase media… zonas perfectísimamente delimitadas en el caso de Madrid. Tanto que en una calle, se nota donde termina una co y dónde empieza la o…
Pero había vida de barrio. Conocías (y te conocían) al panadero, al frutero, al del kiosko…
Hoy todo lo que he descrito ha muerto o está en vías de extinción. El centro, poco a poco se está despoblando. Las nuevas familias no pueden acceder a viviendas en el centro de la ciudad, con lo que se están creando megaurbes en la periferia: casos del gran Madrid sur (Getafe, Alcorcón, Fuenlabrada, Móstoles)… y que ya llegan hasta Toledo.
Los nuevos habitantes del centro son, mayoritariamente, inmigrantes. El frutero de toda la vida, ha dado paso al chino o al paquistaní. El kioskero se queja sin parar de que las cosas ya no son lo que eran. La gente pasa por tu lado y ¡da gracias! si no te escupe…
Por otro lado, esta deslocalización ha dado lugar a los mayores atascos concebibles. Como todo el mundo vive en el más allá, todo el mundo necesita llegar a su trabajo, que nunca está cerca de su casa, casualmente, por lo que, vistas las deficiencias actuales del transporte público (lo trataré más abajo), usa el vehículo particular.
No hay carreteras suficientes para absorver el parque móvil de Madrid… todos nos movemos a la misma hora y hacia los mismos sitios. Es imposible.
Yo vivía en Lavapiés y trabajaba en el polígono de Vallecas (relativamente cerca). En coche, tardaba un cuarto de hora fuera por donde fuera: M-30 o Méndez Álvaro. En Transporte público tenía que dar la vuelta al mundo y era hora y media de viaje…
El transporte público siempre había funcionado medianamente bien. El metro era rápido, los autobuses lo mismo… Había atascos, sí. Siempre los ha habido. Pero nunca como los que hay ahora.
Hoy, la hora punta en el centro, va desde las 7.30 de la mañana hasta que casi se confunde con la hora punta del mediodía… y así, hasta la hora de volver a casa por la tarde, bien entradas las ocho… o las nueve… depende de la época del año y si el tiempo invita a la cañita de después del trabajo o no…
Todos y cada uno de los servicios públicos en la comunidad se han ido degradando hasta niveles insospechados… y, repito, ha sido cosa de los últimos 10-15 años…
- ¿Cómo estaba la Sanidad? … ¿cómo está la Sanidad?
- ¿Cómo estaba la Educación?… ¿cómo está la Educación?
- ¿Cómo estaba el Transporte?… ¿cómo está el Transporte?… y así, hasta el infinito.
Creo que el madrileño nace (o se hace) con un plus de pasotismo que es lo que le permite sobrevivir a la propia ciudad sin inmutarse. No concibe que otra vida es posible más allá de la crispación permanente de las calles, los atascos, las colas, las broncas… y si la concibe, tiene que ponerse orejeras para no verla.
En Madrid hay que contar con un mínimo de 10-12 horas fuera de casa diarias (las ocho de trabajo, las de comer y la de ida y la de vuelta). Y la gente sobrevive, oiga…
Sobrevive, pero ¿VIVE?
Personalmente pienso que es un tema de muy difícil solución, pues la degradación ha llegado ya a un extremo insólito y creo que la vuelta atrás es muy compleja.
Yo no puedo responder a la pregunta de Babeuf. No puedo ordenar sus ideas, que son las mías. No encuentro explicación porque, precisamente, creo que ha sido el gobierno de la Comunidad, en connivencia con los alcaldes de muchos ayuntamientos, el que ha perjudicado más que favorecido a los madrileños.
De todas las variables que él ha manejado, la más creíble se me antoja la rivalidad Madrid-Barça, extendida al resto de «nacionalidades» españolas… Puaj es vasco… puaj es andaluz… puaj es asturiano… puaj es de ciudad real…
En verdad, el madrileño se cree superior a todos ellos .. ¿quién es el madrileño?
Nunca había tenido concepto de provincianismo hasta que llegué a Madrid… y, vuelta a «provincias», no hay nada que me congratule más. ¿Provincias? Si es que ya la palabra -tal y como la dicen- es despectiva…
Creo que volveré sobre el tema. Me voy a vestir «santos».
La visión de Madrid es extrapolable a otras ciudades, en mayor o menor escala. En algunas partes según quien gobierne se pueden apreciar algunas diferencias, por lo que sabemos que sí se pueden hacer cosas para mejorar la vida de las personas.
Y en cuanto al tema de provincias. Pues es cierto, la gente de las grandes ciudades tiende a considerar a los que viven en núcleos más pequeños, de provincias o directamente pueblerinos. Con todo lo despectivo que eso pueda tener. No se dan cuenta, que el mundo ha cambiado mucho, las personas hoy estamos comunicadas con el mundo entero, por eso los que viven en núcleos pequeños, hoy por hoy, son privilegiados, porque además de estar comunicados, cuentan con espacio vital físico de calidad.
Maripuchi, Gracchus.
Aprovecho que les tengo juntos para decir que observaciones sobre la villa y corte han destapado la cajita de mis recuerdos. Tanto que son ustedes culpables de que me haya decidido a escribir sobre ello.
Gracias por su inspiración
Desde luego, Babeuf.
Es más (y ésto ya es motivado por la purita geografía)… a menos de hora y media de Vitoria, puedo pasear por Burgos, Logroño, Pamplona, Bilbao, San Sebastián o Santander….
Yo no; porque con los niños, más allá de excursiones diurnas, no puedo… pero ya podré… acercarme al BEC (Bilbao Exhibition Center) a ver conciertos… Media hora, oiga… puerta a puerta.
Pero tu, en Vitoria, vives más cerca de un teatro que yo en Madrid. Y te resulta más fácil ir que a mí.
Lo que digo lo digo con conocimiento de causa… Quizá son mis impresiones (y las de los que me rodean)…
El madrileño defiende su cosa a capa y espada.. y hay cositas que son indefendibles… A estas alturas del siglo XXI, decir que en Madrid hay tiendas.. pues, vaya, aquí tenemos Zara, Mango, Cortefiel y El Corte Inglés… y muchas otras, todas copy-paste, igual que en Francia, en Nueva York o en Pernambuco… es lo que ha tenido la globalización.
Decir que hay teatros … pero bueno ¿y cuándo van los madrileños al teatro? Pues más o menos las mismas veces al año que yo… y así un largo etcétera…
Dice Juan: «A cualquier periférico-provinciano le cuesta mucho más trabajo ser reconocido en su labor profesional (léase: escritores, pintores, cineastas, arquitectos, diseñadores…)»
No es cierto. Cualquier autonomía organiza premios y promoción para los escritores, pintores, cineastas, diseñadores… locales. Aunque esa comunidad tenga medio millón de habiantes, como La Rioja o Cantabria. O como los dos distritos municipales de Vallecas. Los servicios está mucho más próximos al ciudadano que en Madrid.
No me hableis del peso en España de Euskadi, con poco más de dos millones de habitantes. Y parece que centralizan la política nacional.
Por supuesto que Madrid ha cambiado. Pero yo la sigo viendo una ciudad abierta en la que nadie te pregunta de donde vienes, más que nada porque son pocos los que pueden decir que «son de Madrid, Madrid».
Yo soy de Madrid provincia, y te puedo decir que en plan movilidad da asco, la verdad.Y claro, también se echa de menos «el trato vecinal» pero creo que ese es un problema más profundo y de difícil y necesaria solución.
Desgraciadamente creo y opino que lo que cuentas de Madrid es sólo la tendencia que siguen otras grandes ciudades. En Sevilla está pasando, a su escala, más o menos lo mismo.
Yo he tenido que salir fuera de la ciudad para vivir. La política vial está siendo nefasta, en lugar de ampliar carrilespor el aumento de vehículos…. se reducen en grandes avenidas.
Creo que todo pasa por mejorar casi infinitamente el transporte público, que es realmente malísimo en casi todas las ciudades. Grandes inversiones en transporte público son necesarias… pero poco rentables políticamente hablando. Queda mejor un carril bici que el aumento de número de autobuses, por ejemplo…
Cada vez que voy a Madrid veo muchas cosas de las que referencias.