Última semana de curso para los niños. Uso «los niños» y pienso que no sé si tiene mucho sentido utilizar la palabra, porque de niños les queda un telediario. Y me acuerdo de cómo me siguen llamando mis padres cuando hablan de mí o de mi hermano (que hace años que ambos peinamos canas).
Los niños han crecido lo suficiente como para que esta fecha no sea un espanto de la conciliación. Dentro de un par de años ya no querrán ir a colonias y dentro de un par más, lo mismo empiezan a pedir una semanilla con sus propios amigos.
El tiempo es así. Pasa sin pedir permiso y no vuelve.
A este blog llega aún muchísima gente (ah, bendito SEO) buscando soluciones a problemas de la primera infancia pero esa ya queda lejos. Lo que entonces parecía insalvable o, al menos, muy difícil, hoy es prueba superada. Quizá este es el motivo por el que no se solucionan los problemas de conciliación… porque una vez que pasan, ya no hay unión entre todos los que somos padres o madres para que se solucionen. O quizá no lo sea. El caso es que ya no hay inconveniente en dejar a los niños solos una o dos horas en casa. O en que hagan sus cosas mientras yo trabajo (sin interrupciones y sin peleas)…
Los niños crecen y están cruzando el umbral de la adolescencia. Ellos van corriendo y no echo de menos su infancia. Nada.
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