Cuando era adolescente mi héroe era Mel Gibson. El actor más guapo del momento con un cacho…
Me sabía todas sus películas -tremendas en su mayor parte, por cierto- de memoria. Tenía la habitación empapelada con fotos suyas… Pedía los pósters de las pelis en los cines.
Vamos, el típico amor platónico adolescente-actor.
Con el tiempo, al conocer su fanatismo católico, el número de hijos que iba teniendo con su mujer, su ultraderechismo, me empezó a caer mal y se me rompió el amor.
No me sorprendió conocer la noticia de que su mujer había pedido el divorcio hace unas semanas… Lo que no me puedo explicar es cómo ha podido aguantar esta pobre tantos años de gran cornamenta. Ella, que dejó de trabajar para dedicarse a criar a los hijos de este individuo…
Tampoco me explico cómo un señor tan absolutamente reaccionario es capaz, en su moral, de tener la bragueta tan ligera…
Preguntaselo al fundador de los Legionarios de Cristo.
Último post de Gracchus Babeuf en su blog… Encuentro Aguirre – Blanco
La doble moral ligada al conservadurismo y la derecha, es ancestral, a mí nunca acabó de gustarme. Sólo lo salva una película. Saludos.