He vuelto de mi viaje.
He dejado reposar lo vivido, que ha sido mucho, variado y, como era previsible, intenso a más no poder…
Tan sólo han sido 10 días de viaje, más los de avión (que ni los cuento) pero ha cundido mucho mucho… Casi 3000 millas (unos 4820 kilómetros) en una vuelta al lejano oeste comenzando y terminando en Las Vegas, cabalgando sobre un mustang convertible que iba como un avión.
Curiosamente para un viaje tan corto, en tiempo, al menos, ha tenido tres partes muy distintas entre sí:
Las Vegas y la boda…
La «excusa» del viaje y dos días locos que nos sentaron de fábula. En marzo, Surco nos contó que se iban de viaje a USA y, de paso, iban a hacer el paripé de casarse en Las Vegas, disfrazados… irresistible, claro. Así que ese mismo día decidimos que les íbamos a hacer el coro. Dicho y hecho.
Disfrazados: ellos de Tony Manero y consorte y nosotros de Elvis y Marilyn… o de algo parecido… limusina blanca a la puerta del hotel. No recuerdo haberme reído tanto en muchos años. Todos nosotros. Tuvieron hasta que parar la ceremonia por el cachondeo que nos traíamos… Espero el vídeo con muuuchas ganas.
El resto del tiempo en Las Vegas lo pasamos visitando hoteles, de compras o tomando algo por ahí. Nuestro hotel estaba en pleno strip: el Treasure Island, frente al nuestro, el Venetian (con sus canales, sus góndolas… su plaza de San Marcos…), muy cerca los míticos Mirage, Caesar’s Palace, Bellagio y el París.. y un poco más allá el Luxor, el New York… Todos ellos todo lo espectaculares que se ven en las fotos y más. Es, siempre lo digo, como estar en una película.
Los garitos molan… y eso que no estuvimos más que en unos pocos (a destacar el Gilley’s, que, casualmente estaba en nuestro hotel, un saloon con una pista para bailar en línea que lo molaba todo).
En Las Vegas me agencié un sombrero de cowgirl y también unas camperas… que hubieran sido lo más preciado del viaje si no fuera porque lo que de más valor me he traído, al final, es absolutamente intangible… Pero eso cuando estaba en Las Vegas no lo sabía…
Boise
Estar allí sin él ha sido muy raro. No es que pensara que me lo iba a topar en una esquina. Sabía bien a qué iba: a cumplir una promesa, a despedirme, a cerrar algo que llevaba abierto 12 años… pero el saberlo no lo hizo más fácil…
Entré en Idaho conduciendo yo el coche y nos recibió una auténtica tormenta que acaparaba el horizonte. Al llegar a Twin Falls ya había dejado de llover y un par de horas más tarde llegamos a Boise. Instalados, mandé el sms de rigor y quedamos con sus amigos… Fue alucinante cómo encajamos con sus amigos, al instante…
Nos enseñaron el Jeffrey T. Garro building, su casa… de paso, los hospitales por los que estuvo de peregrinación en sus últimas semanas… Aunque lo parezca, no fue turismo de regodearnos en el drama, más bien de acompañamiento y comprensión de lo sola que había estado aquí, lejos de todo… Estuvimos en el Basque Block tomando algo y charlando…
Al día siguiente, visita obligada al cementerio. Un momento jodido como recuerdo pocos… pero por el que había que pasar. Y por la tarde una auténtica bbq en un jardín y unas cervezas en un garito frecuentado por los esquiadores que bajan del Sun Valley.
Lo mejor de la visita, si es que puedo destacar algo, porque fue todo increíble, llegó al día siguiente, pero esto lo dejo para otro post, que lo merece.
Road Trip
De Las Vegas a Ely (Nevada) pasando por el Death Valley y subiendo todo el estado de Nevada. Nevada es una meseta, el centro de lo que se conoce como Great Bassin, árido, semidesértico, con carreteras infinitas y nada más… hasta bien entrado Idaho…
Salimos de Idaho por el este, por Montana, para llegar a Yellowstone. Tan alucinante como parece… es como estar en otro planeta… géiseres venenosos, barro hirviendo y una naturaleza exultante…
También animalillos por todas partes: esto son bisontes, pero hemos visto ciervos, ardillas, águilas… menos osos, que son los que asustan…
Una vuelta al parque de Yellowstone para seguir camino del sur saliendo por el parque de Grand Teton, que es tan alucinante como cualquier foto que hayáis visto… Una llanura que termina en una sierra con picos de más de 4000m…
Una experiencia con un ranger del parque, más que divertida, ahora que lo puedo contar aquí 😀
Y seguimos hacia el sur, atravesando los estados de Wyoming y Utah hacia el desierto de nuevo: Monument Valley y el Gran Cañón, no sin hacer noche, claro, en un hotel de la mítica e histórica Route 66 en Seligman Arizona.
Tras una mañana de emoción sobrevolando el Gran Cañón en helicóptero, de vuelta a Las Vegas, donde no nos privamos de una última vuelta al Strip descapotados a más de 40º, para luego devolver el coche e iniciar el periplo de vuelta.
Sólo digo que… volveré…