Parece que de cuando en cuando, alguien se sienta a reflexionar sobre el tiempo invertido en los traslados al centro de trabajo.
Y parece que el tiempo medio que tardamos los españoles es de 57 minutos diarios.
Trabajamos 8 horas. La mayoría, con jornada partida con una o dos horas para comer. Añadamos a este tiempo, el que nos cuesta el desplazamiento y nos sale la friolera de 10 o 12 horas trabajando todos los días.
La realidad es que ésto pasa, mayormente, en Madrid y Barcelona. Es la principal razón por la que hace casi tres años tomamos la decisión (en condominio con marido) de marcharnos de Madrid.
En «provincias» la vida es muy distinta. Tardo, en el peor de los casos, un cuarto de hora en coche de puerta a puerta, lo que me permite volver a comer a mi casa. Si madrugo, es por devoción y no por obligación…
El modelo de crecimiento que han vivido las grandes ciudades españolas ha sido uno de los grandes errores de los pasados años. Con cientos de pueblos que en poco tiempo se han convertido en ciudades, la mayoría sin los servicios necesarios para atender a toda la población que se ha ido a vivir a ellos.
Toda esta gente que se desplaza a la misma hora para ir al trabajo generan un tráfico absurdo y un tiempo extra, pues los atascos son inevitables…
El transporte público no es la solución, pues, a no ser que no te quede más remedio porque carezcas de carnet, de coche o de ambas cosas, el tiempo de más que inviertes en el viaje, hace recomendable el uso del coche particular.
Yo vivía en Embajadores y trabajaba en el polígono de Vallecas. Teniendo en cuenta las distancias que existen en Madrid. Afortunada. Además, tenía varias opciones para ir al trabajo, de modo que si veía que la M-30 iba atascada, siempre podía ir por Entrevías, o por la calle Embajadores hasta el final de la calle…
En coche, tardaba 20 minutos. Los días malos, media hora…
En transporte público, por lo menos, una hora más…. por trayecto, al no existir ninguna buena combinación.
Llega un momento en el crecimiento de las ciudades que la habitabilidad razonable deja de ser sostenible.
¿Quién puede tener hijos? ¿Dejarles 10 horas en una guardería es la solución? ¿Renunciar a la carrera profesional de uno de los padres es la solución? ¿Sacrificar a los abuelos es la solución?
En 8 euros cuantifican este tiempo los expertos. Se equivocan. Cada minuto que se tira al WC en un desplazamiento largo al trabajo, a un padre de hijos pequeños le cuesta, la hora extra de guardería o actividad complementaria o chica que les cuida, por lo menos 20 euros más.
Y lo que es peor, el tiempo no vuelve.
Bueno, encuentro una entrada con la que coincido plenamente. Nací en Buenos Aires y ahora vivo en Avilés, la tercera ciudad de la provincia de Asturias, que tiene 80.000 habitantes, con calles peatonales y bolardos que controlan la entrada y salida de vehículos, a cuatro kilómetros de la playa. Para más datos, desde el parque de Ferrera, un enorme jardín inglés, se puede apreciar el Pico Gorfolí. Tardo siete minutos caminando en ir al trabajo. Vivo cerca del Ayuntamiento y tengo un multicine y dos farmacias a unos cincuenta metros. Coincido en el tiempo que se tarda en ir al trabajo que redunda en la atención que se pueda tener a la familia. Lo peor es que el tiempo no vuelve. Hace unos días escribí que los mayas consideraban que el tiempo no se compra ni se vende, contradiciendo a la frase que dice que el tiempo es oro acuñada por Henry Ford, Los tiempos, el modernismo, quizás le estén dando la razón a las teorías de los mayas.
Yo trabajo a 50 kilómetros de casa, así que cumplo justo la media de la que habla el estudio. Los días que no hay atasco, que por suerte son la mayoría, paso una hora en el coche (media de ida y media de vuelta). Si tuviera que irme en tren no sé ni lo que tardaría, pero viviendo a más de media hora andando de la estación de tren y etando en Murcia el transporte público como está, la hora y media sólo para la ida no me las quitaba nadie.
¿Qué hago? Al menos intento aprovechar el tiempo del coche para escuchar música o noticias. Pero aún así coincido con que ese tiempo no se aprovecha todoo lo que se debería y lo que es peor, es tiempo que no vuelve.
Enhorabuena por tu decisión (y la de tu condominio), amiga Maripuchi. Sé muy bien que nuestra querida ciudad se echa de menos, pero de visita sigue siendo maravillosa… Lo que ya no interesa (ni con un gran trabajo) es residir a diario en ella, porque se ha vuelto inhóspita y ni siquiera los socialistas sabemos cómo mejorarla, si es que se puede: apuestas como las del transporte público son brindis al sol, porque las distancias obligan a ir en coche a cualquier lado no céntrico (el Metro claro que sirve para la almendra central, pero imagino un viaje San Blas-Vallecas y te echas a temblar al comparar la hora y media de pie con los 5 minutos en coche por la M-40).
Lo has definido a la perfección: «Llega un momento en el crecimiento de las ciudades que la habitabilidad razonable deja de ser sostenible».
Si a eso le sumamos que por 600 euros mensuales alquilas pisos de órdago en muchas localidades españolas de entre 5.000 y 20.000 habitantes, que además ya tienen polideportivo con piscina (en mi barrio de Madrid sigue sin haberla…), guardería, instituto, Centro Cultural y Biblioteca, la decisión es evidente: irse y disfrutar de la vida.
Pero no se lo digas a muchos/as, que se vienen…
Yo me levanto cada día a las 6 de la mañana para poder llegar al trabajo a las 8. Lo peor es a la vuelta, porque las combinaciones de transporte público se ralentizan por la hora. Conclusión, vuelvo a casa cerca de las 7 de la tarde.
Eso, si las matemáticas siguen siendo exactas, suponen 12 horas fuera de mi domicilio habitual.
Cuando se habla de 65 horas semanales de trabajo, vemos con tristeza que los que viven lejos de su puesto de trabajo, como es mi caso, las cumplimos con creces. Las circunstancias personales me obligan a vivir donde vivo, lo cual hace que el futuro sea idéntico al presente y, ciertamente, no anima demasiado, no…
Totalmente de acuerdo contigo, Maripuchi. Ojalá pudiera yo volver a la tranquilidad de mi tierra, pero el mercado laboral me obligó en su momento a trasladarme de Cádiz a Madrid, y aquí seguimos. Simplemente porque en Cádiz no hay trabajo para mi profesión (bueno, realmente para pocas). Hace años que me quejo del centralismo industrial y empresarial, pero poco se puede hacer, pues las empresas prefieren tener a clientes y proveedores bien cerquita. Es más productivo, y poco, muy poco, les importa la vida privada de sus trabajadores. En fin, es algo dificil de solucionar, pero espero que se consiga y que yo lo vea (y me beneficie).
Offtopic: ya estoy terminando mi nuevo blog, cuando lo tenga listo y abierto te avisaré. Me lo estoy tomando con calma… 🙂
Un fuerte abrazo