Una vez, hace ya mucho tiempo, llegué tarde a trabajar. Lo recuerdo porque fue la primera (y penúltima) vez que llegué tarde a trabajar en mi vida.
Trabajaba en Vallecas y mi ruta era tomar la M-40 a la altura de la carretera de Valencia. Fueron al menos un par de horas de retraso (absolutamente involuntario): un camión cargado de sandías había tenido un accidente a la altura de Mercamadrid y la M-40 había quedado bloqueada en ambos sentidos.
Yo llegué tarde a trabajar, pero conmigo, todos los que íbamos por la M-40 (que éramos casi todos)…
Parece que ayer, un ciudadano de Meaño, que, probablemente se había dormido, llamó a su empresa para decir que llegaba tarde porque estaba bloqueado por un accidente… y al bueno de su empleador, no se le ocurrió otra cosa que llamar al 112 y, tras movilizar a todas las emergencias disponibles, es probable que acabe de patitas en la calle y quizá con un multón.
Ya lo dice el refrán: antes se coge a un mentiroso que a un cojo.
Que pena de sandías, Maripuchi…