La guerra civil española fue, como todas las guerras civiles, una guerra entre hermanos, entre vecinos, entre amigos.
Muchos lucharon en sus bandos por convicción… y otros, porque les tocó, porque estaban en «zona» nacional o republicana…
Como en todas las guerras, hubo un ganador y un perdedor. Aunque, en el fondo, todos perdieron. Todos perdimos.
Setenta y dos años después de la tragedia, un juez mediático y amigo de causas perdidas (aunque no por ello menos justas, desde luego) quiere hacer un censo de desaparecidos. Saber dónde, cuándo y cómo.
Los de siempre hablan ya de reabrir heridas y de raca raca. ¿Por qué les parece bien que se encause a Pinochet por la desaparición de españoles en Chile y no que se sepa quién está enterrado en una fosa común cualquiera de las que plagan nuestros cementerios? ¿Por qué les parece bien que se enjuicie a Karadzic? ¿Por qué les parece bien que se santifique a algunos caídos mientras otros siguen en paradero desconocido?
Por todos es sabido que el PP es un partido de derechas. Por lógica, heredero del régimen anterior… No digo que los actuales miembros (y miembras) del PP sean franquistas; sin embargo, es más que evidente que en algún sitio militan los altos funcionarios de la dictadura. Fraga, sin ir más lejos, es fundador del partido. Aznar siempre ha estado cerca de la Falange…
Pero a estas alturas de la película, casi todos nos hemos mezclado bien. Nietos de republicanos casados y procreados con nietos de rojos irredentos … Y así se debe escribir la Historia…
Es bueno que los muertos descansen. Mejor es que los vivos también lo puedan hacer. En paz. Con los restos de sus seres queridos identificados y bajo sus propios epitafios.