Tengo unas cuantas horas de vuelo a mis espaldas. De vuelo, de esperas en aeropuertos, de torres de control, de salas de operaciones de compañías aéreas…
Una vez tuve un marido piloto. Eran otros tiempos. Como él no era hijo de piloto, le costó llegar a volar en una compañía medianamente seria, así que las horas de operaciones en compañías de carga de chichinabo, de vuelos en aviones con un mantenimiento más que dudoso transportando prensa de Barcelona a Baleares y entre islas… o paquetes a aeropuertos varios de la geografía patria y otros en Europa…
En este tipo de compañías era muy frecuente que las novias (o novios) de los pilotos les acompañáramos los fines de semana. Íbamos sentados en el transportín, en cabina. Entrábamos y salíamos de los aeropuertos sin problemas. Yo he estado en las torres de control de Madrid, Barcelona, Asturias, Palma y Santiago… Para saludar a los controladores y ver cómo era aquello…
Yo… he caminado por las pistas de decenas de aeropuertos. He entrado con mi coche hasta la misma pista del aeropuerto de Torrejón (que es base militar, como sabéis). Con este mismo método, he viajado por España y por el extranjero…
Incluso he viajado free en algún vuelo transoceánico con overbooking sin asiento, claro. Para despegar en la uvi de los TCPs y después en cabina.
Luego, hace ya unos años, un par de chalados pensaron que era buena idea estrellar un par de aviones contra las torres gemelas y alguien creyó que era un buen momento para poner orden en el caos y, de paso, vender productos relacionados con la seguridad aérea y colocar a personal de sus empresas de seguridad y ganar una pasta con todo ello.
Desde entonces, para viajar en avión hay que someterse a una especie de tortura y los aeropuertos se han convertido en una suerte de lugares blindados (habría que ver qué nos cuenta el personal de operaciones de tierra, no obstante)… Desnudarte, descalzarte, abrir el bolso, soportar cacheos, como si todos fuéramos delincuentes. Es increíblemente espeluznante y humillante.
En algunos casos, el personal de seguridad va más allá y requisa objetos personales que no vuelves a recuperar: botes de perfume fundamentalmente… Me pregunto qué harán con ellos…
Puedes llevar una pasta de dientes o crema en el equipaje de mano, pero sólo si tiene determinada capacidad y va metida dentro de una bolsa de plástico… WTF…
Cada vez que tengo que volar y pasar por ese suplicio (por mi seguridad), no puedo evitar pensar en que un día yo entraba y salía del aeropuerto como si lo hiciera de mi casa y en el descojone de los cuatro que se han forrado con estas absurdeces.
La foto es de ATom.UK via photopin cc.
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