Ocho meses desde que me quedé sin aliento ya. Ocho.
No he visto el tiempo pasar… demasiado rápido… o demasiado lento… o no sé. El caso es que si cierro los ojos y lo pienso un rato, salvo porque hay proyectos de trabajo que han salido y por el viaje, podría decir que sigo en marzo.
Es verdad que el dolor no me agarrota ya, pero sigue ahí… el dolor y la tristeza, y de vez en cuando se asoman y me siguen descolocando.
Retomo las palabras de C.S. Lewis en Una pena en observación:
«Gran parte de una desgracia cualquiera consiste, por así decirlo, en la sombra de la desgracia, en la reflexión sobre ella. Es decir en el hecho de que no se limite uno a sufrir, sino que se vea obligado a seguir considerando el hecho de que sufre.»
O las de Julian Barnes en Niveles de vida:
“Es lo que muchas veces no comprenden los que no han cruzado el trópico del duelo: el hecho de que alguien haya muerto puede significar que no está vivo, pero no significa que no exista.”
No hay un solo día que no piense en todo esto. Ya no es de forma permanente pero ahí está, deseando saltar de su letargo y recordarme el agujero que me ha quedado.
Tampoco identifico nada especial que accione ese resorte en lo que hago, para evitarlo (¿quiero evitarlo? -esto es otro cantar-). Algunos dicen que la música puede ser un detonante. Estoy de acuerdo, pero tengo muy localizada la música que activa mi baúl de los recuerdos, así que no, por ahí no van los tiros. El otoño, los árboles que se van quedando desnudos, la lluvia, la niebla… tampoco ayudan… pero a mí me gusta el otoño, me gusta que el tiempo cambie, me gusta sentir el frío en la cara, así que tampoco debe ser cuestión de la estación. Al fin y al cabo ya llevamos toda una primavera y todo un verano y aquí seguimos…
Empiezo a asumir que hay cosas que te pasan en la vida que marcan un antes y un después. Es como cuando tienes hijos y no vuelves a dormir a pierna suelta nunca jamás. Sí, vuelves a dormir bien, sí, eres un tronco… pero como dormías antes de tenerlos no. Pues esto es igual: hay un antes y un después y nunca nunca nada volverá a ser como era antes.
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