Anda rulando por ahí en estos días un meme que reza:
«Que celebremos Halloween es como si en Wisconsin bajasen de romería por el Mississippi al Cristo de los Faroles».
Divertido… es un rato… casi tanto como falaz… porque parte de una premisa errónea y es que estos dos hechos no se pueden comparar. Lo siento.
Para empezar, tú, querido amigo lector, sabes que el Mississippi pasa por Wisconsin, obviamente. Si te estiras, podrías decirnos los estados que recorre desde su nacimiento hasta su desembocadura.
¿Cuántos estados eres capaz de ubicar en el mapa? ¿Cuántas ciudades ubicas en su estado? Muchas más de las que crees, haz la prueba… piensas Boston… y de apellido casi te sale solo Massachussetts, Houston… Texas y así un buen pico más… Por no hablar de otros accidentes geográficos: los Grandes Lagos, las Rocosas, parques naturales aquí y allá… Esto hablando de geografía. Si hablamos de costumbres ni te cuento… las conocemos todas…
San Valentín, el conejo de Pascua, Acción de gracias… y, por supuesto, Halloween, claro.
Un americano medio no es capaz de ubicar más de cinco países europeos en el mapa (literal).
¿A dónde voy con esto?
La cultura no es algo inamovible ni invariable. La cultura se transforma. Va cogiendo mimbres de aquí y de allá y se va conformando a lo largo del tiempo. Algo habrán hecho bien los irlandeses que emigraron a Estados Unidos para que sus tradiciones, tan celtas, se arraigaran de tal manera que todo el mundo occidental haya terminado celebrándolas.
Y a ti, que tanto protestas por ver que todo se llena de calabazas, no te veo fregando la tumba de tu bisabuela, que es lo que marca nuestra «tradición»…
A mí Halloween ni me va ni me viene, la verdad… pero desde que tengo uso de razón he estado mamando Halloween, calabazas y monstruos en todas partes: en los dibujos animados, en las películas, series… desde que hay internet, en internet: en webs y blogs, en las redes sociales…
Si tengo que elegir entre disfrazarme de vampira o bajar en procesión con el Cristo de los Faroles, yo elijo a la vampira porque, sin duda, me es mucho menos ajena.
Es que es una tradición de origen celta… y aquí también hubo celtas 😉
En Galicia o Asturias se llama Samaín y, lógicamente, la decoración es con calabazas y castañas… porque es lo que hay ahora!!
Pero a Murcia llega desde EEUU 😉
Bueno… Yo no celebraba Halloween tan a la «americana», pero aquí la noche de Difuntos también tenía su «celebración» que si bien no era exactamente igual, sí tenía sus similitudes: no se comían chuches al grito de truco o trato, pero se comían buñuelos y huesitos de santo. Y no te disfrazabas de vampiro, ni decorábamos con calabazas, pero se contban historias de terror o se veían pelis de miedo…
Mis hijo ya pasa de los 20 pero, que sería de los profesores de nuestros hijos pequeños sin Halloween? A cuenta de la tontería, pasan el comienzo de curso con las actividades previas a la efeméride. Para los que pasamos de los 40, lo cierto es que esa fiesta nos pilla descolocados. Pero para la gente más joven, es una fiesta más, está dentro de su vida tanto como Navidades o Carnaval. ¿Bueno o malo? Bueno, a mi no me parece mal acoger costumbres «extranjeras». A fin de cuentas, ¿San Valentín? ¿El día de la madre, del padre, o del lindo gatito? Pregunten ustedes en esos edificios donde pone «El Pespunte Galés». Las rosquillas «típicas» de San Prudencio aquí en Álava no lo eran antes del 76, provienen de Bizkaia… Si nos dedicáramos a conservar la pureza de las costumbres, lo teníamos claro. En un mundo global como el que vivimos, todo es un gran mercado, que es lo que importa. La motivación religiosa, pagana, o simplemente festiva quedan en un segundo plano. Y Halloween es un gran negocio, incluso para algunas empresas de Vitoria.
Totalmente de acuerdo! Chuches y farra o visita al cementerio? Además la gente dice esto como si no calzaran unas Nike, comieran en el Mc Donald’s ‘ o vieran pelis de Hollywood!