Más momentos

Los momentos, si no se recuerdan de cuando en cuando, se pierden en el tiempo…

Uno de los mejores profesores que he tenido, Miguel Udaondo, decía que al llegar a casa cada tarde, procuraba hacer un repaso mental de las cosas que había hecho o dicho durante la jornada, y que apuntaba las que consideraba más importantes. Decía que ésto le ayudaba a ejercitar la memoria y también le servía de diario.

Yo no lo hago. Bastante tengo con lo que tengo (jua)… Aunque sí me gusta pensar en positivo y procuro acordarme de lo bueno y descartar lo malo. No sólo tengo momentos en viajes. Como todos, los mejores momentos de mi vida, suelen acontecer en lo cotidiano, que es donde hay que buscar la felicidad.

Aquí dejo otra recopilación de momentos.

-La inmensidad del cielo estrellado tumbada en la arena de una playa en una noche de julio en Garrucha. El sonido del silencio y las olas de fondo.
-La sensación de unidad con los que nos acercamos al Planetario de Madrid aquel agosto del 99 a ver el eclipse de sol. Y la ilusión que me hizo salir al lado del «tío bueno» que estaba a mi lado en El Informal.
-El sabor variado y cosmopolita que logramos en nuestra boda: los de allá, alemanes, ingleses, lituanos, peruanos, bolivianos, argentinos, usamericanos y los de acá, vascos, navarros, madrileños, asturianos, cordobeses, burgaleses, riojanos y zamoranos…. Y sin llegar a 60 personas. Y todos, todos, bailamos Paquito Chocolatero.

-Aterrizar de madrugada en un aeropuerto donde lo único que se ve son las luces de la pista llamando al avión.
-Lavarte los dientes trescientas veces antes del primer beso.
-Una noche de insomnio hablando con una amiga hasta el amanecer.
-Esa tarde de invierno cuando fuera caen chuzos y estamos bajo cero, agurruñada en el sofá y leyendo, por enésima vez, La Sombra del Viento.
-Escuchar «La Misa Campesina» mientras limpio, pulo y doy esplendor a mi casa. El mundo de las tareas domésticas se ve de otro color.

-El color del campo extremeño en primavera. Las sombras de las encinas y alcornoques en las dehesas verdes con pinceladas de rojos, amarillos y azules de flores silvestres aquí y allá.

-La sensación indescriptible cuando ves la cara por primera vez de tu hijo recién nacido. Lo divertido que es buscarles nombre. Su primera mirada, su primera sonrisa, su primera carcajada, su primer paso, su primera palabra …
-La belleza de cualquier rincón (sin urbanizar … cuidadín, que van quedando pocos) de Mallorca. La costa oeste y Formentor en particular. También Es Trenc, el caribe en pleno Mediterráneo.
-Actuar. Las mariposillas en el estómago que se te ponen horas antes y no se quitan hasta que no se abre el telón. Siempre he sido muy «artista». De unos años a esta parte me he quedado sin voz, aún así, no me resisto en un karaoke. También he bailado, tocado la guitarra, la flauta ….

-La libertad que sientes la primera vez que viajas sin tus padres. Y también lo que les echas de menos ….
-Y un momento cotidiano: madrugar para que mientras niños y marido duermen, pueda poner al día el blog y leer vuestros comentarios. Sin vosotros, no tendría sentido.

Gracias y besos a tod@s.