Los Reyes acaban de pasar por casa.
Los niños, afortunadamente, se durmieron en apenas cinco minutos… lo cual, no es muy de extrañar habida cuenta de la odisea por la que hemos pasado.
Para empezar, hace un frío horroroso. No es el frío normal de enero, es que estamos en el inicio de una ola de frío que ha bajado la cota de nieve a cero en todo el cantábrico.
Haciendo caso (por última vez, lo juro) de los que nos piden que no nos transportemos en vehículos particulares sino en transporte público, decidimos acudir a la cabalgata de Reyes en el flamante tranvía.
En la tercera parada del recorrido nos costó un potosí entrar pues, las lumbreras que tenemos no sé dónde, decidieron que al poner el tranvía y mejorar la frecuencia con respecto del bus en dos minutos, nos quitaban el bus al barrio.
Así que un barrio donde vivimos 50.000 personas, la mayoría de ellas jóvenes y con niños dispone de un tranvía que pasa, con suerte, cada 12 minutos.
Además, para fomentar su uso, durante estas Navidades, el precio es de 0.10 céntimos, así que lo que han conseguido es que la gente se monte y se pasee por la ciudad de punta a punta para volver a empezar. Hay gente que ni se baja en la última estación. Se quedan y siguen viaje…
Bueno, a lo que iba… A duras penas nos montamos en el tranvía. Llegamos al centro (todo lo cerca que pudimos) y caminamos un pedacín hasta la zona de la cabalgata. Allí, nos tocó esperar. Se puso a llover. El viento arreció. Frío, viento, lluvia y niños esperando ver a los Reyes Magos … bonito cóctel…
Unos diez minutos antes de que la cabalgata pasara por nuestra zona, llegó el típico jeta y de un empujón se hizo un hueco a mi izquierda. Desde ese momento, la niña, que estaba en la silla, ya no vió venir nada más, pues el MUY JETA se pasó a los niños (incluyendo los suyos) por el forro y se puso a grabar un vídeo. Hasta en un momento dado le tuve que decir que por favor se apartara, que la niña no veía…
En fin… ese empujón y el jeta debían ser premonitorios de lo que vino después.
La cabalgata floja. No es que tenga buen recuerdo de las cabalgatas de Oviedín de niña… es que las estuve yendo a ver hasta casi los treinta todos los años… Aquí flojucha, pero los niños lo fliparon, que es lo importante. De hecho, el mayor, que era de Melchor por simpatía paterna… desde que le saludó Baltasar se ha cambiado la chaqueta….
Acaba la cabalgata y deshacemos el camino. Decidimos tomar un bus porque ya imaginábamos que el tranvía estaría petado. Aunque ahora no hay bus al barrio, sí que hay dos que van relativamente cerca, así que pensamos que acercarnos estaría bien y luego ya nos apañaríamos. De nuevo craso error. Los buses cancelados por la cabalgata. Chúpate esa: dos barrios populosos y LEJANOS incomunicados en transporte público.
Después de un buen rato esperando (infructuosamente), pensamos volver sobre nuestros pasos e intentarlo con el tranvía.
En la parada había mucha gente, pero fue llegando más y más… y el tranvía sin venir… Por fin viene uno: hasta las trancas. Imposible entrar con los niños y la silla. Otra madre, sola, con dos niños mayores y un bebé también se queda sin poder entrar.
Los niños llorando y gritando que quieren ir a casa, etcétera…
En sentido contrario pasan dos trenes. Tiempo. Tiempo. Más tiempo.
Decidimos plegar la silla y coger a los niños en brazos. Yo llevo a los dos niños y mi marido lleva la silla. El tranvía que viene también está llenísimo. La gente que había llegado después que nosotros se abalanza y yo, en un alarde de luchadora de sumo, decido que de algo tienen que servir mis chopocientos kilos de más y me meto en el tren a empujones. Uno de los jetas que se había colado en la parada se queja y le digo a gritos «¿perdón? que es el segundo tren que pasa y llevo dos niños» y me dice el muy recontramalparidohijo de la grandísima concha de su madre que no le cuente mi vida. Me cawentó.
Justo después del altercado con el mamón, me agacho para proteger a los niños. En los asientos reservados para carritos de niños hay dos quinceañeros que no hacen el más mínimo ademán de levantarse. Ni les miro, bastante tengo con consolar a mis desconsolados hijos que ya no se aguantan de los nervios y del cansancio que tienen. Y del susto, supongo.
Después de la siguiente parada, alguien nos hace un hueco y me puedo sentar con los dos niños en mis rodillas. Ellos siguen llorando. Su padre se ha quedado cerca de la puerta (con la silla plegada) y está ayudando a otra señora que lleva a su hijo bebé en brazos.
El adolescente sentado, a lo suyo… No vaya a ser que le entre una hernia. Una cerebral, yo creo que tenía. ¡Vaya huevos! Yo creo que tanto ejercicio con la playstation conduce a esta lamentable forma física.
Dos paradas más adelante se baja y la mujer del niño en brazos logra sentarse también.
Llegamos a nuestra parada cerca de las diez de la noche (la cabalgata terminó sobre las ocho y cuarto).
Diez hurras por los mentecatos que han diseñado el plan de transportes de navidad. El año que viene, iré en coche, palabrita de Maripu.
…me temo que esto te pasa por ser tan monárquica… 😉
Pos vaya desorganización. En Bilbao el tranvia tampoco es de mucha utilidad, de hecho y a pesar de que voy mucho por allí siempre voy andando, metro o coche. Monte una vez en tranvia por capricho y curiosidad y poder constatar lo poco util que es para las personas que viven allí; para mi, que suelo ir de visita turistico familiar tampoco me es util…
Imagino que el de Vitoria seguirá el msimo espiritu de utilidad.-
Yo el otro día tenía que coger el tranvía para ir a esperar a una amiga que me llevaba al aeropuerto… y terminé cogiéndome un taxi porque en más de media hora no pasó ni un maldito tren por la parada.
Se han lucido con el transporte público en esta ciudad. Entiendo que el tranvía necesita sus ajustes, que no va a funcionar bien desde el primer día, pero entonces no quites autobuses, coño.
En fin, no sigo, que me caliento.
Por la foto veo, que afortunadamente, los Reyes vienen en camello. Esto debería dar que pensar al ilustre concejal de transportes de Vitoria, sino, los nños sin Reyes.
Bueno feliz día para todos y a disfrutar, que la infancia es corta. Besazo.
Es la mejor cabalgata de reyes que he leido en mucho tiempo,ja,ja,ja.
De la forma que nos lo cuentas parece que te lo pasaste de miedo y encima te divertiste.
Respecto a los nenes esos de la «atontaplay»…..para que opinar de ellos, un dia seran mayores y con suerte se daran cuenta de que su cerebro esta jodido.
Un abrazo
…y otro hurra por la, quiero pensar, pequeña generación que a pesar de los esfuerzos ingentes de su madre y padre para hacerlos personas, se han quedado por el camino, insensbile, insolidarios, incultos, maleducados y violentos que te cagas…perdón, esta clase de jovenes, ellos y ellas me sacan de mis casillas y van a ser los adultos del mañana, esperemos que se produzca el milagro, lo malo es que no creo en milagros. Saludos y a disfrutar del dia.
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