Uno de los rasgos más característicos de las personas es la voz. Es única y dice mucho de nosotros.
Por su voz reconoces a las personas y el estado de ánimo en el que se encuentran. ¿A que serías capaz de reconocer la voz de tus hijos entre una algarabía de niños? ¿A que serías capaz de reconocer la voz de tu madre entre los gritos de un partido de fútbol?
Si conoces a alguien de la manera tradicional, la voz se da por hecha porque va en la misma persona… Pero cada vez más, se conoce a gente a través de internet. Puede que tengas mil fotos, puede que hayas pasado horas de chat, incluso de guasap… pero la voz es la voz…
Esto también pasa cuando escuchas en la radio a un determinado locutor y, de pronto, le conoces… sin haberle visto antes la cara… y tienes que recomponer tu esquema mental porque rara vez te habías imaginado que esa voz correspondiera a esa persona.
Cuando escuchas por primera vez la voz de alguien, como digo, puedes comprender más el todo, la persona, los mil matices que lleva, las segundas intenciones… y las terceras…
Dicen que la voz es lo primero que se olvida cuando una persona querida se muere. Eso dicen los psicólogos (y personas cercanas que me lo han contado). Quizá mi memoria de pez sea para otras cuestiones porque recuerdo la voz de personas queridas muertas hasta el año 1986, igual que recuerdo la letra de canciones que no he escuchado en treinta años.
Hoy recuerdo una voz, recuerdo lo nerviosa que me puse, recuerdo que la cobertura era un dolor y se entendía a duras penas pero, sobre todo, recuerdo que cuando la escuché, supe que no había vuelta atrás y comprendí que todo tenía sentido. De repente… sólo con oír una voz.
No sé si me olvidaré de la voz, pero jamás olvidaré lo que iba asociado a ella.
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