Siempre me ha desahogado hablar.
Escribir también, pero no deja de ser una forma de hablar, hablar conmigo misma, de forma silenciosa, aunque luego lo que escribo lo lea gente o no. Hay una diferencia importante entre lo que una escribe para sí misma y lo que escribe para los demás. No se trata de cuidar las formas, que también. Tiene más que ver con el grado de honestidad y de intimidad que se alcanza en el propio pensamiento.
Cuando hablas, te desahogas. Lo que sea lo expulsas fuera de ti. Lo bueno, lo malo y lo regular.
Por eso es tan grande hablar y por eso no lo solemos hacer con la frecuencia necesaria.
Suele pasar que cuando vas haciéndote mayor vas perdiendo miedos. ¿Los abuelos que te dicen cualquier barbaridad? ¿Las conversaciones francas a calzón quitado con amigos, parejas…?
Hablar es maravilloso. Libera.
Puede que encuentres comprensión o puede que no, quizá no lo buscas, quizá tampoco es lo que más te importa. Necesitas sacar de ti una espina y lo haces y, a veces, encuentras soluciones. En ocasiones, te das tú misma la solución mientras exteriorizas tu propio pensamiento. Hablar, escribir… ayudan a ordenar estos pensamientos.
¿Cuántas veces la has cagado en algo por no decir algo a tiempo? ¿Cuántas veces te has arrepentido de no haber dicho algo? ¿Y de haberlo dicho? Suele ser más bien por omisión en estos casos…
Cuando estás con alguien, sabes si te está escuchando o no. Sea lo primero o lo segundo te puede servir para desahogarte, te puede servir para poner la patata caliente en otra olla, te puede servir para afianzar algo, para destruirlo, para empezar, para sobrellevar, para romper, para comprender, para que te comprendan… Hablar sirve para poner cosas en su sitio, desde en tu propia mente hasta en cualquier otro sitio donde lleves tu palabra, que es infinitamente más poderosa de lo que nos creemos.
Y después de hablar, hay que hacer… pero de eso hablamos otro día.
1 comment for “Hablar”