Cuatro y pico de la tarde. Un compañero irrumpe en la tranquilidad vespertina con la fatal noticia. Rápidamente nos conectamos a la prensa. Las noticias son confusas.
Lo segundo que hago es mandar un sms a mi ex, para comprobar que todo está bien. La respuesta es que está en casa y que no hay nadie conocido a bordo. Bien.
Ya habíamos vivido hacía años la pérdida de dos compañeras y amigas, Marga y Silvia, en el mismo avión en el que acabábamos de volver de un viaje a Bruselas.
Rápido repaso mental. No conozco a nadie que tuviera pensado ir a Canarias. No. Bien.
Poco a poco va creciendo la lista de fallecidos. El accidente se prevé fatal. Hablan de más de cincuenta muertos…
Dan las siete. Salgo volando de la oficina y enchufo la radio del coche. Ya hablan de más de cien muertos.
Llego a casa. Programas monográficos en la tele y radio y la prensa inundada de noticias. Ya se sabe que los heridos han sido 28 y que en el avión iban 166 pasajeros y 9 tripulantes. Mal rollo.
Mi madre me dice que está conmocionada, que vio humo donde medio segundo antes no había. No me extraña. Me recordó a la sorda explosión que oímos entre la neblina del despertar de aquel 11 de marzo (cuando vivíamos en Embajadores).
Bañamos, damos cena y acostamos niños rápidamente. Nos sentamos delante del televisor.
Zapatero y Rajoy han regresado de sus vacaciones y están ambos en Madrid. La Ministra de Fomento también está en Barajas. También Ruiz-Gallardón está compareciendo y dando las gracias a los madrileños y a los servicios de emergencias… En medio de esta conmoción me pregunto ¿dónde está Espe?
A la hora de marchar para la cama los heridos han descendido a 20. Varios han fallecido. Probablemente algún otro no resista. Hay varios muy graves. Cientos de vidas destrozadas.
Lo aparatoso de un accidente de avión es que son muchas vidas a la vez y es un hecho que no es habitual… Las estadísticas hablan de la peligrosidad del coche y no tanto de la del avión.
Por lo que conozco del funcionamiento interno de las aerolíneas, no creo ningún rumor sobre las escasas revisiones mecánicas o los descansos de la tripulación. Un avión es una máquina y, a veces, las máquinas fallan. Las personas también fallamos a veces. Después de V1 se despega. Caiga quien caiga. Es así.
Descansen los muertos. En paz.
Volvimos de Lanzarote el martes, el 19. Piensas… sobre todo en el peque, claro.
Pero cogemos el coche cada día y los carteles en la autopista nos recuerdan que sólo en Catalunya llevamos 208 en lo que va de año…
Pues eso… la vida.
Enterarse de una noticia así por internet cuando estás preparando las maletas la víspera de un viaje de San Francisco a Barajas con toda tu familia no es precisamente agradable.
Acabo de llegar de Barajas hace un rato y lo único que noté es que todo el mundo estaba muy callado.
Realmente es una pena.
«Las máquinas fallan». Sí, lo que no veo es la necesidad de meter a cerca de dos centenares de personas en un avión. Me refiero a necesidades humanas, las del Dinero ya las conocemos. Lo de «caiga quien caiga», que dice usted,…