Hoy hace 12 años que conocerte cambió mi vida para siempre.
Aprendí a querer y a quererme, aprendí a aceptar muchas cosas (y a no pasar ni media de otras), comprendí lo que de verdad es importante…
Me rescataste, como en los cuentos… Yo estaba ahí, en mi mundo, tú apareciste y encendiste la luz; y cuando a mi alrededor todo se iluminó y vi lo que me rodeaba, no me gustó mucho, por no decir que no me gustó nada… Y salté… sin mirar demasiado atrás… y todo fue mejor… porque así es como tenía que ser.
Hemos pasado juntos por muchas cosas, por tantas que ya se nublan en mi memoria. Algunas divertidas, algunas terribles… la vida misma… Y siempre con esa sonrisa…
Me he aplicado el cuento de todo lo que hemos hablado mil veces y no, I won’t ever settle for less.
Hoy hace doce años, pero no recibiré ese mail ni esa llamada, ni yo los podré escribir ni hacer. Y tengo un hueco, un vacío, ahí dentro, para siempre. Ya, ya sé que este para siempre suena fuerte y duro, pero hoy, ahora mismo es lo que siento. Me corta la respiración.
Estoy aprendiendo a vivir sin ti y me cuesta.
So close, no matter how far
Couldn’t be much more from the heart
Forever trusting who we are
and nothing else matters
Eso desde luego, Nuria… Qué afortunados somos los que las hemos tenido, los que las hemos visto…
De una manera u otra, muchos hemos tenido una persona así en nuestras vidas. Que parece que aparecen para iluminar el camino y, una vez que lo han llenado todo de luz, descubrimos que nos toca seguir caminando solos… y el desgarro es atroz.
Pero qué bien que aparecieron para sacarnos de la senda equivocada.
Cristina, te mando un abrazo emocionado y te acompaño en el sentimiento.