Muchas veces hablamos despectivamente del ocio infantil y juvenil actual. Yo la primera. Que si los niños ya no hacen ejercicio… que si el juego de las canicas está en desuso, que si ya nadie juega al potro … al lobo-rescate, que si lo único que saben es ir a centros comerciales… jugar a la play…
Es cierto que ahora mismo, los padres tenemos muy complicada la conciliación de nuestra vida laboral con la familiar. No tenemos tanto tiempo para enseñar a nuestros niños a entretenerse ni les podemos dejar «sueltos» en el parque, con la alegría que hacían nuestros progenitores.
El mundo ha cambiado. A peor…
A los cinco años, yo iba a la esquina de mi calle a por chuches. También iba a «Carmina», la tienda de ultramarinos, a por lo que se le hubiera olvidado a mi madre comprar… y de vuelta a casa, me fundía las vueltas (cinco o diez pesetillas) en chuches…
Hoy no dejaría a ninguno de mis hijos hacer eso a esa edad. No es un problema de no dar al niño autonomía o independencia. Cosas que también se enseñan y se deberían aprender desde bien chiquitines: aprender a tomar decisiones, a … Sinceramente, no me atrevería. Y éso que en mi ciudad, en mi barrio, no es patente una peligrosidad urbana que sí reconozco existe en otras ciudades que conozco.
¿Cómo enseñar autonomía sin darla?
Gracias por el consejo, Venom, pero es innecesario. Me quito tiempo de sueño, cuando todos duermen… Cuando los niños están, estoy, que bastante poco tiempo tengo con ellos…
Un consejo progresista: dedica a tus hijas una parte del tiempo que inviertes en tu blog. Ellas te lo agradecerán
Qué poca envidia me dais. Es un dilema muy gordo, sí señor.
Yo ahora mismo no dejaría salir a un niño ni a la esquina. ¡Si voy de excursión con críos de once años y voy contándolos a cada paso para asegurarme de no haber perdido a ninguno! Y vigilo a cualquiera que se les acerca cual halcón en celo… ¡cuando ni siquiera son míos!
Pues yo tengo un chaval que acaba de cumplir once años, y no se cómo equilibrar seguridad y responsabilidad. Y me agobia, coño.
Ya, Blanca, pero no puedes encerrar a los niños en una burbuja porque, precisamente, tienen que aprender en el mundo en el que viven… y no tenemos otro (mundo, digo)
es lo que nuestros niños se pueden encontrar «ahí afuera».
Antes se controlaba más, porque había menos gente rallada, la verdad. Y también depende de la madurez del niño en cuestión. Tu, por ejemplo, siempre fuiste muy fiable, desde bien pequeñita, pero sin embargo, tu hermano no lo era tanto…
Creo que ahora, siendo como soy, me volvería chiflada cada vez que saliérais de casa solos…
No podemos comparar unos tiempos con otros, no son mejores ni peores, son distintos. En el desarrollo de la personalidad de un niño esa autonomía se va exigiendo, se va ganando hasta obtener una relativa independencia, uno jamás es totalmente independiente de sus padres, ni siquiera cuando estos faltan. Cuando mi madre, mi padre raramente se ocupaba de estas cosas, me autorizó a cruzar el Paseo de las Delicias(Madrid)por el semáforo, ya hacía tiempo que mis amigos y yo lo cruzabamos a la carrera por donde queríamos, o podíamos, era una conquista. Es cierto que la sobreprotección a la que sometemos a nuestros hijos hace que tengamos que hacer el esfuerzo de ir soltando la cuerda. Cuando mandamos, contra su voluntad, a mi hijo de diez años, hace ya cuatro de aquello, por primera vez a Inglaterra a pasar un mes en verano, en un colegio, su madre y yo pasamos un mes terrible, discutiendo por chorradas por las que jamás discutimos, y la cara que tenía cuando le dejamos en Barajas camino del avión no se me olvidará nunca. Sin embargo este último verano, es la cuarta vez que va, parecía que le sobrabamos allí en la T4 mientras esperábamos, varias veces insistió en que nos marchásemos, y eso también, aunque a duras penas disimulamos, nos dolió. Así es la vida, y así debe ser.
ES complicado, pero ahora más que nunca depende de donde vives… yo lo sé por mi hermano pequeño: nos llevamos 13 años, yo crecí en un pueblo de León y él aquí… los miedos se multiplican por cuatro y la autonomía decrece al mismo ritmo… Supongo que hay que intentar encontrar un punto medio, pero qué difícil está la cosa!
Los temores hay que enfundárselos pues nada pueden ante la explosión vital de nuestros hijos.
Mi niña tiene siete años y este es el primero en que le dejo ir sóla a hacer algunos recados, cruzando un par de calles.
Además, le encanta ir en bicicleta. Por suerte, donde vivo pasan muy pocos coches y ella siempre va por la acera.
Que la primera vez me cagué, no te quepa duda. Incluso la seguí desde la distancia, de forma algo patética, procurando que no me viera.
Que todavía mido cuanto tarda, tambien. Y que noticias como la de esa pobre cría me llenan de angustia, dálo por seguro.
Pero no puedes coartar a alguien por tus propios temores. Como mucho, intentar que sea responsable, dentro de la responsabilidad que puede tener una personilla de 7 años y que en ocasiones es más de la que prejuzgas.
Solo queda tragarse los miedos y estar alerta.
Sí, estoy de acuerdo en que el mundo ha cambiado, pero… no sé si a peor, la verdad. Creo no equivocarme si digo que era algo que repetían mis aitas, que les oigo repetir a algunos de mis amigos. Todos tenemos tendencia a pensar que nuestra época, nuestra generación es mejor…
Mis hijas son de la generación de la play y del boom cibernético y han crecido viendo manga japo cuando nosotros lo hacíamos con Bugs y Popeye. ¿Son mejores éstos que Songoku o Shinshan? No lo sé, pienso que no. Tenemos que aceptar que son sus tiempos e intentar hacerles saber lo que para nosotros está bien. Que lo sepan, que conozcan lo anterior. Pero nuestros miedos, Maripu, también son lógicos. Aunque vivas en una de las ciudades más seguras del país. ¿Quién me va a impedir a mi que esté a las cinco de la madrugada de un sábado tomando un café mirando por el balcón hasta que sienta llegar a Laura? Ni siquiera ella, que me dice que soy un pesado, pero…
La cosa es que a día de hoy puedo discutir con ellas acerca de ‘El niño con el pijama de rayas’ o ‘La herbolera’ o sentarme a ver, como anoche ‘El hombre que nunca estuvo allí’
Quizá sólo sea cuestión de suerte. Quizá.
No sé me he enrollado tanto, que no estoy seguro de no haber sido un troll de ésos. No era mi intención, palabra…
Un abrazo, Maripuchi.
Es una pena, pero es cierto. Yo con cinco años iba a la tienda o a la papelería solito. Hoy es impensable. Creo que en cuestiones de seguridad ciudadana estamos mucho peor que en nuestra infancia. ¿La causa? Buf, dificil, muy dificil. Pero un poco de autocrítica no nos vendría mal, empezando por los padres.
Saludos.
No se puede Maripuchi. El movimiento se demuestra andando. Hay que dar autonomía, dentro de lo posible, aunque nos cueste trabajo y sepamos que existe más riesgo. Si no, es muy difícil que la vayan socializando.
Salud y República